martes, 24 de abril de 2012

Itálica, tragedia y comedia incluidas

Bueno, pues hoy, aquí y ahora me dispongo a hablaros de la excursión a Itálica que realizamos el pasado jueves, y más concretamente de las dos obras que vimos: por la mañana, las Bacantes, tragedia del griego Eurípides, y por la tarde, Miles Gloriosus, comedia del autor latino Plauto. La primera, y superando mis espectativas, estuvo bastante bien, con una buena interpretación especialmente en el caso de Dioniso, Ágave y Penteo (aunque este último gritó, quizá, en exceso). Y digo esto (superando mis espectativas), porque el recuerdo de la tragedia que vimos el año pasado (Medea), no me dejó un buen sabor de boca, que digamos. He de reconocer, no obstante, el trabajo que todo montaje lleva a sus espaldas, salga mejor o peor la muestra, sean más o menos buenos los actores, las condiciones meteorológicas ayuden o no. Aun así, la Medea del año anterior dejaba mucho que desear, y esto no podía sino hacer que esperáramos un nuevo aborto teatral parecido a aquél. Aunque de estas Bacantes podría sacarse algun que otro pequeño fallo, no creo que sea ése el objetivo una vez reconocidos los numerosos aspectos positivos.
Ahora, la comedia fue otra cosa.
A medida que llegábamos al teatro, inocentes de nosotros que no éramos conscientes de la sarta de acontecimientos insólitos que estaríamos a punto de presenciar, unas simpáticas jovencitas ataviadas con túnicas blancas y cintas de colores en la frente o el pelo nos fueron indicando el sitio que debíamos ocupar (con el final y único objeto de rellenar todo el hueco posible de las gradas, claro está). La gente iba llegando paulatinamente, a veces mareas de alumnos y otras pequeños grupos que, como nosotros antes, eran guiados a sus respectivos e improvisados asientos. El ambiente allá abajo, en la zona donde se encontraba el técnico de sonido al que más le hubiera valido dar un par de cursos sobre el tema (más adelante se explicará), el legendario presentador bigotudo y con paraguas que cada edición del Festival  se afana en repetir una y otra vez (primero por la mañana y después por la tarde) los mismos chistes fáciles en un pobre intento de que el público no se dé cuenta de ello, y el director de la obra (sin comentarios). No se hizo mucho de rogar la mona que, durante unos diez o quince minutos, se estuvo paseando por entre los espectadores, haciéndose fotos con todo aquel que quisiera y realizando actos propios de un simio. Apareció entonces también otro personaje de la obra, histriónicamente vestido con una peluca roja de payaso y demás indumentaria propia de éste. Hasta aquí, digamos, todo normal, dentro de la temática y el planteamiento propio de la compañía a la hora de enfocar la obra. Bien. No mucho más tarde comenzaron los sucesos. Intentó entrar en escena un personaje, el sénex, pero no pudo: habló unos momentos sin que nadie (al menos no en mi ala, que me hallaba situado justamente al otro extremo) oyera palabra alguna: el técnico, que no era tal, ya empezaba a hacer de las suyas. Mientras tanto, otro fenómeno que la ciencia aún no ha sido capaz de identificar y que se repetiría incesantemente a lo largo de todo el desarrollo anormal de la representación nacía ante nuestros ojos: el director alzaba la voz y pedía al anciano que repitiera su intervención. El soldado fanfarrón entraba en este preciso momento, bajando desde arriba acompañado de un séquito de siervos y trompetas. Y todo se hubiera sucedido con naturalidad y ansiada ordinariez (en el buen sentido de la palabra, es decir, normalidad), si no hubiera sido porque, o bien no se escuchaba nada, o el técnico que no era tal nos castigaba con un estridente volumen sonido. Otro hecho relacionado con la acústica es también reseñable: un divertido intercambio de información entre los guardias de protección civil interrumpió también más de una y dos veces la representación, al parecer debido al excesivo volumen de sus interfonos (les llamaron, incluso, la atención). Y esto es lo de menos. Lo peor fue el director. Lo siento si ofendo a alguien, y recalco que es mi opinión personal, pero creo que ese hombre se tomó demasiado en serio lo de dirigir, más que nada teniendo en cuenta que aquéllo se suponía era la muestra definitiva y no un ensayo general. Sus enérgicos gestos, en numerosas ocasiones palabras e incluso un breve diálogo con uno de los actores me dejaron sinceramente atónito. Para el que no estuvo allí, he de añadir que no, no formaba parte de la obra. ¡Paró la representación en un momento determinado! Bajo mi humilde punto de vista, eso es imperdonable: el espectáculo debe continuar. Por lo demás, hablando ahora de la interpretación de los actores en sí, he de acudir una vez más a mi valoración estrictamente personal y subjetiva: me pareció, a pesar de tratarse de una comedia, sobreactuado; quizá la sutileza sea la mejor amiga del humor en teatro. 
  De ambas, me quedo con la tragedia, aunque he de reconocer que me lo pasé francamente bien en el transcurso de la comedia: no he asistido a ninguna tan absurda (y no por ella misma, sino por lo que la acompaña), ni me reía tanto desde hacía tiempo.

6 comentarios:

  1. Hola, con todos mis respetos, no sé a quién dirigirme ya que no sé tu nombre. Soy al que tú llamas en tu comentario “otro fenómeno que la ciencia aún no ha sido capaz de identificar” y al de “lo peor fue el director”. Me voy a identificar por tanto: me llamo José Luque y soy profesor de Latín y Griego del IES Fuente Nueva de Morón de la Frontera, y tengo un grupo de teatro grecolatino “In albis Teatro”. Y me gustaría que nos conocieras mejor: ese grupo que viste el otro día está formado por alumnos desde 3º ESO, 4º, 1º y 2º de BTO, y algunos que han sido alumnos nuestro y están en 1º y 2º de la Facultad (de 14 a 20 años). Todos tienen en común ser alumnos de Humanidades, y su amor por el mundo griego y latino, y además todos tienen la valentía de trabajando unas obras muy antiguas (griegas y latinas) las ponen delante de 1502 personas en Itálica por la mañana y 1505 por la tarde. Pero también lo han hecho en Baelo Claudia, Mérida, Sagunto, Segóbriga, Tarragona, Barcelona, Cartagena… Me imagino que no sabes lo que es actuar en un teatro abierto –totalmente desprotegidos-, a plena luz del día, y en el Miles “dirigiendo” a 27 chavales, muchos como tú o incluso más pequeños. Lo de “dirigir” coincido contigo porque es verdad que no soy un director, esa etiqueta me queda larga, sino un profesor que ha querido a través del teatro motivar a sus alumnos. Y me equivoco demasiado, lo reconozco. Me imagino que no sabes bien lo que es controlar el sonido en un espacio tan abierto y con tanto público, muchos de los cuales no han ido ahí porque quieren, sino porque sus profesores los han llevado allí, y además pierden clases. Te lo digo porque empecé a ver las dificultades de esto cuando empezamos a representar en teatros romanos. Todo influye: el nº de espectadores, el viento, el sol, la amenaza de lluvia, el aburrimiento de las obras,…
    (1ª parte)

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    1. Pido mis disculpas si le he ofendido con mi entrada, ya que no era ésta mi intención. Pretendía únicamente expresar mi opinión personal para con las representaciones, sin despreciar el indudable trabajo que supone llevarlas a cabo, tanto para los actores como para el director. Quizá me haya excedido en mi valoración, tanto en contenido como en formas. Reconozco, por supuesto, el mérito de los alumnos y especialmente del profesor que, en este caso, es también director. Comprendo las innumerables dificultades técnicas que supone actuar a la intemperie, aunque bien es verdad que no he tenido la experiencia de interpretar con esta traba añadida. Es por ello que reitero mi felicitación al esfuerzo que el teatro, pasión que también yo comparto, exige, y que estuvo patente en usted y sus alumnos. Señalo no obstante las incongruencias durante el desarrollo de la obra (especialmente comedia), al interrumpir la misma (interaccionando con los actores o de otra forma), aun comprendiendo los problemas acaecidos.
      Me gustaría concluir con una nueva mención al mérito que merece la compañía, resaltando mi preferencia para con la tragedia Las Bacantes.

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    2. En primer lugar te expreso mi respeto a tu opinión de todo lo que viste o “pasó” el día 19 de abril en Itálica. No me molesta. Puedo estar de acuerdo o no. Es la libertad de expresión, en la que creo. Gracias por tus comentarios acerca de Bacantes y si algo sacaste de Miles, pues, mejor. Pedirte perdón en todo lo que yo “personalmente” pude molestarte ese día, pero nuestra única intención es que tú y todos pudierais escuchar la obra. Permíteme alguna puntualización a tu comentario:
      • El hablar yo mismo con uno de los actores, está dentro de nuestro montaje,-te puedo enseñar otros videos en otras representaciones-, igual que algún pequeño error que hacemos queriendo en la comedia, para “llamar vuestra atención”. A eso se le llama “ruptura de la ilusión escénica”, de lo que Plauto, autor del Miles era un maestro.
      • Paramos la representación, porque una persona mayor estaba siendo atendida. No sabíamos la gravedad del hecho, pero el público que estaba a su alrededor empezó a moverse y a inquietarse de manera ostensible y preocupante, incluso hablando en voz alta, cosa que influye enormemente en los actores, bueno, mejor, en mis alumnos. Lo paré por un gesto de humanidad y para que se pudiera atender rápidamente a esa persona. Si te molestó o no lo entiendes, te pido excusas.
      • En cuanto a lo que quizás llames “sobreactuación”, los entendidos en Plauto –no yo- lo llaman tipificación elemental de los personajes. Me imagino que sabes que Plauto tiene personajes tipos, que han influido enormemente en La Comedia del Arte italiana. Si tienes curiosidad mira esos personajes, y seguro que te parecerá que sobreactúan.
      • Finalmente si conseguimos que te rieras con la comedia, bien con lo de arriba o con lo de al lado –ya que siempre intentamos que el escenario sea más amplio, e incluya a los espectadores-, pues lo conseguimos; ya que la única intención de Plauto con sus comedias era divertir y hacer reír. Por lo que, según cuentas al final, objetivo cumplido.
      • Terminar diciéndote que según encuestas que nos ha enviado la Organización de los profesores que asistieron a Itálica, de las 6 obras representadas, Miles Gloriosus es la más valorada, e In albis Teatro el grupo más valorado. Y sobre la puntuación de la dirección de Miles, te la puedo enviar si me das un correo.
      Aquí tienes mi correo pepeinalbis@gmail.com. Y gracias por permitirme explicar un poco qué supuso “todo lo de aquel día”.

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    3. Agradezco enormemente sus aclaraciones con respecto a todos los aspectos relativos a la obra. Insisto en que no ha sido más que una mera valoración personal y subjetiva, en la cual expreso mi opinión individual y que no pensaba llegaría a tener el honor de ser leída y mucho menos respondida por usted. Sí, conozco los personajes "tipo" o prefijados de la comedia latina, que derivarían después en los que podemos encontrar en la Comedia del Arte, evidentemente no con la misma profundidad que usted; aún me queda mucho por aprender y en ningún momento pretendí ni mucho menos comparar los míos a los conocimientos de un profesor. Le reitero mi gratitud por invertir su tiempo en discutir -en el buen sentido de la palabra- conmigo acerca de los pormenores de la representación. Insisto en que no era mi intención ofender a la compañía, de la que no pongo en duda haya obtenido gratísimas calificaciones en el Festival que tuve el placer de presenciar, un año más, en Itálica, y que nuevamente felicido por su esfuerzo y buenos resultados. Mantengo mi postura en cuanto a una de las interrupciones de la obra, retractándome en la otra: reconozco que pareció completamente espontánea su breve conversación con los actores, y los felicito por ello. No es necesario que me envíe usted material audiovisual en el que se muestre este detalle; confío plenamente en sus palabras.
      No me gustaría, finalmente, que esto supusiera algún tipo de malentendido. Confieso mi admiración ante la compañía por llevar a cabo ya no sólo una, sino dos representaciones en un mismo día y de tan distinta índole, cada una con una serie de exigencias diferentes y propias. Me gustaría aclarar también nuevamente que es un simple artículo de opinión el cual no hubiera sido escrito tal como lo está de una manera objetiva.
      Un afectuoso saludo.

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    4. Javier, creo que lo mejor es que ha sido gratificante nuestro intercambio de opiniones. Creo también que el respeto a tu comentario ha presidido mi respuesta, aún no estando de acuerdo. Te contaré un secreto: nosotros no cambiamos nada en una tragedia, intentamos transmitir el ritual religioso que suponía en el s.V a.C. La comedia es otra cosa y hay 2 opciones o mostrar la comedia tal cual nos ha llegado -lo cual por experiencia, suele aburrir enormemente a los jóvenes que asisten y que la ven muy alejada de sus intereses- o se pretende buscar el objeto que tenía: hacer reír, sin más pretensiones, manteniendo el argumento y el texto original, por supuesto , pero modernizando, porque para hacer reír tiene que tener un lenguaje cercano al público que la ve. Pero reconozco que eso es un riesgo que corremos al hacerlo y que puede gustar o no, se puede entender o no.
      Por mi parte lejos de sentirme ofendido, me alegro enormemente de haber podido compartir estos comentarios contigo y haber tenido la oportunidad de explicar algunas cosas que hacemos, con las que puedes estar de acuerdo o no. Personalmente coincido contigo en que me gusta más la tragedia, pero a la gran masa que nos dirigimos es al revés.
      SALUDOS y yo doy por bien todo lo que hemos hablado.
      Pepe Luque
      "In albis Teatro"
      ¡¡PASIÓN POR EL TEATRO GRECOLATINO!!
      Tienes mi correo, si me quieres decir algo más. Y encantado.

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    5. Coincido enteramente con usted. No me queda por mi parte más que añadir que espero poder volver a veros actuar el año que viene en el Festival de Itálica, desearos mucho éxito en todo lo que os propongais, y agradecerle nuevamente su tiempo.
      Gracias también por facilitarme su correo, aunque ahora mismo no creo necesario transmitirle nada más por él.
      Igualmente encantado de haber tenido la oportunidad de hablar con usted,
      Javier R.A.

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